Desafíos de la educación en el siglo XXI
En la actualidad, vivimos tiempos en los cuales la interconexión global tiene presencia en lo local y cotidiano, originada en gran medida por la revolución en los avances tecnológicos y las transformaciones socio-culturales que trajeron aparejadas. Esto ha permitido no solo que las personas que viven en diferentes lugares estén más conectadas, sino también que desarrollen y construyan una conciencia colectiva sobre la interconexión existente entre los desafíos y oportunidades locales y globales.
Nuestras vidas están cada vez más atravesadas por imaginarios culturales que circulan y se construyen a partir de las formas y dinámicas propias de una cultura digital, que tiene lugar tanto en las redes sociales, como en los medios transnacionales. Ninguna comunidad está completamente aislada de estos procesos globales. Incluso si las personas no reconocen sus efectos, es improbable que puedan permanecer inalteradas por el contacto cotidiano con la globalización, el aumento en la movilidad internacional, la convergencia de problemáticas mundiales y el impacto masivo que generan las industrias culturales emergentes.
En este contexto, surgen discursos de índole político que promueven una ética para el desarrollo sustentable global teniendo en cuenta los derechos humanos, la igualdad de género, la erradicación de la pobreza y la valoración de la diversidad cultural.
Un hito paradigmático de esta época es la aprobación de la nueva Agenda Global 2030 en la Cumbre Mundial de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible (ODS), celebrada en Nueva York, en septiembre de 2015. Más de 190 países celebraron este compromiso que implica el trabajo común para el logro de 17 ODS y 169 metas que deberán cumplirse antes de 2030. Todo esto, defendiendo los sistemas de gobiernos fundados en principios de democracias participativas. A su vez, la República Argentina y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se han comprometido con los ODS recontextualizando sus metas, acorde con sus problemáticas prioritarias.
Estos discursos globales atraviesan el campo de la educación con un entramado de influencias, relaciones e imaginarios sociales, haciendo necesaria una mirada que invite a revisar y preguntarse si los estudiantes de hoy cuentan con las habilidades y competencias necesarias para ser parte y transformar este nuevo escenario en permanente construcción. Asimismo, presenta la oportunidad de pensar una educación que abrace estos desafíos y promueva prácticas de enseñanza y aprendizaje que involucren una exploración crítica e imaginativa; que genere espacios transversales para la comprensión de las relaciones complejas existentes en las problemáticas actuales; que interpele a los/las estudiantes con contenidos significativos y situados, haciendo uso de las tecnologías digitales propias de su época; que impulse procesos de deliberación colaborativa para imaginar escenarios futuros alternativos; y que se anime a generar en diálogo entre la ciencia, el conocimiento y la ética desde una posición reflexiva frente a suposiciones epistémicas.
En un momento histórico de reconceptualización del espacio, el tiempo, las fronteras y las pertenencias, y donde se supera el simple binario de lo global y lo local, resulta estratégico diseñar propuestas pedagógicas que presenten y fortalezcan la formación de ciudadanos globales, en y a través de múltiples entornos, buscando desarrollar las competencias necesarias para un accionar responsable y sustentable.
Enfoque del programa
Ciudadanía Global busca complementar contenidos de primaria en propuestas educativas que fomenten el desarrollo de competencias del siglo XXI. A su vez, busca ampliar sus abordajes a través de tecnologías digitales incorporando una mirada ética desde principios que permiten articular lineamientos y orientaciones para la acción hacia el cumplimiento de las metas de los ODS en prácticas educativas situadas.
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